DESCRIPCIÓN
<span style="font-weight: bold;">Había una vez una casa…</span><div><br></div><div>Sí, una casa con alma. No era una mansión ni tenía lujos exagerados, pero estaba llena de silencios amables y rincones donde los sueños podían echar raíces. Con sus 108 metros cuadrados cubiertos, descansaba tranquila sobre un terreno de 328 m² en una de las calles más transitadas —y vivas— de Oncativo.</div><div><br></div><div>Esperaba. Eso hacía todos los días: esperar. A que alguien cruzara su puerta y la llenara de risas, desayunos al sol y tardes de lluvia mirando el patio desde la cocina. Una cocina que, por cierto, había sido renovada con amor, con cañerías de agua nuevas y una ventana que regalaba vista directa al verde del fondo.</div><div><br></div><div>Contaba con dos dormitorios donde ya imaginaba cuentos antes de dormir. Un baño dispuesto a guardar secretos y canciones de ducha. Un garaje que protegía más que autos: historias, herramientas, proyectos. Una pieza de guardado, siempre lista para ordenar recuerdos. Un lavadero independiente que olía a futuro recién lavado. Y un patio amplio, de esos donde los domingos se sienten eternos y las charlas se estiran con el mate.</div><div><br></div><div>Pero la casa… <span style="font-weight: bold; font-style: italic;">aún no tenía a su familia.</span></div><div><br></div><div>Y aunque había resistido al tiempo, su historia seguía incompleta.</div><div>Porque toda casa, para ser hogar, necesita alguien que la habite.</div><div><span style="font-weight: bold;">¿Serás tú quien escriba el próximo capítulo?</span><br><div><br></div><div>llamame al 3572-582589 o llegate a Sarmiento 883-Oncativo y vamos a visitarla!! te va a gustar.</div><div><br></div><div><br></div><div><br></div>
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